RELATOS
Una historia que perdura. Juan de Dios Domínguez Hoy
Autor: Juan de Dios Domínguez
Luego de diez años de dura lucha y sacrificios por mantener el preciado regalo, el que a su vez me permite testificar categóricamente que SI se vive y muy bien mediante el gesto solidario de quienes se desprenden de los órganos de sus seres amados, para, en alguna medida, paliar el dolor de otras personas en lista de espera.
Llegué, hace diez años, a la ciudad de Corrientes proveniente de Itá-Ibaté, interior correntino, y mi estado de salud requería urgente atención médica ya que se había apoderado de mí la insuficiencia renal crónica, lo que me llevó a dializarme durante 12 años y 3 meses, tiempo en que mis fuerzas prácticamente colapsaron. Fue entonces cuando la Divina Providencia obró a mi favor.
El 15 de noviembre de 1994 recibí un trasplante renal cadavérico. Años de estudios científicos, el trabajo de los médicos y un sin fin de personas trabajando en un impresionante operativo hicieron posible que se me pudiera implantar el órgano renal, a todos ellos les estoy más que agradecido.
Mi estado actual es sinónimo de conducta, orden, fuerza de voluntad para sujetarme a lo que realmente hoy se observa con mucha claridad: estoy vivo y con salud. A ello se agregan los estudios periódicos en Buenos Aires en el Hospital Argerich, lo cuales me ayudan a cuidarme.
ENVIANOS TUS RELATOS, REFERIDOS A VIVENCIAS RELACIONADAS CON NUESTRA ENFERMEDAD A: llampua@ono.com . SERAN PUBLICADOS.
Autor: Juan de Dios Domínguez
Luego de diez años de dura lucha y sacrificios por mantener el preciado regalo, el que a su vez me permite testificar categóricamente que SI se vive y muy bien mediante el gesto solidario de quienes se desprenden de los órganos de sus seres amados, para, en alguna medida, paliar el dolor de otras personas en lista de espera.
Llegué, hace diez años, a la ciudad de Corrientes proveniente de Itá-Ibaté, interior correntino, y mi estado de salud requería urgente atención médica ya que se había apoderado de mí la insuficiencia renal crónica, lo que me llevó a dializarme durante 12 años y 3 meses, tiempo en que mis fuerzas prácticamente colapsaron. Fue entonces cuando la Divina Providencia obró a mi favor.
El 15 de noviembre de 1994 recibí un trasplante renal cadavérico. Años de estudios científicos, el trabajo de los médicos y un sin fin de personas trabajando en un impresionante operativo hicieron posible que se me pudiera implantar el órgano renal, a todos ellos les estoy más que agradecido.
Mi estado actual es sinónimo de conducta, orden, fuerza de voluntad para sujetarme a lo que realmente hoy se observa con mucha claridad: estoy vivo y con salud. A ello se agregan los estudios periódicos en Buenos Aires en el Hospital Argerich, lo cuales me ayudan a cuidarme.
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